La agricultura del futuro
«Al menos una vez en la vida usted necesita un médico, un abogado, un policía y un sacerdote, pero cada día, por tres veces, usted necesita un agricultor». Este proverbio de Brenda Schoepp muestra la importancia de la agricultura para la población, sea del campo o de la ciudad. El avance y el crecimiento de la sociedad fueron movidos por la fuente de energía básica para cada persona en este planeta: el alimento.
No existiría desarrollo tecnológico en el último siglo sin agricultura. No habrá agricultura sin desarrollo tecnológico en este siglo. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que la producción de alimentos debe crecer en torno al 70% para atender la demanda de una población de 9.800 millones en el año 2050. Este inmenso incremento de producción debe ocurrir , sin embargo, basado en una expansión de solamente 5% del área cultivable! Esta demanda exige el avance en la investigación de nuevas semillas, fertilizantes y equipos agrícolas.
Brasil se encuentra en situación equivalente. El documento Proyecciones del Agronegocio disponibilizado por el Ministerio de Agricultura apunta un incremento del 24% en la producción de granos en los próximos 10 años, con crecimiento del 17% del área plantada. Después de ese período, el área plantada no presentará un incremento significativo, o sea, se alcanzará el límite de tierras cultivables, con mantenimiento en la demanda por crecimiento en la producción de granos.
La tecnología es la respuesta a este dilema. Entramos en la era de las granjas automatizadas, autónomas y conectadas. En el año 2001 las primeras máquinas con GPS permitieron la reducción de hasta un 40% en el consumo de combustible e insumos al mapear el campo y dirigir el equipo con precisión de centímetros. En esta década, sensores, detectores y mapeamiento de suelo se combinan con la tecnología de posicionamiento para crear un perfil de plantación definido de acuerdo con la calidad del suelo en cada pequeña área cultivable.
Los equipos autónomos tienen la capacidad de seguir rutas predeterminadas para plantar y cosechar con capacidad de trabajo ininterrumpido. Los Drones sobrevuelan los campos y evalúan la salud de los cultivos y las condiciones del suelo. Los sensores de suelo monitorean la cantidad de agua y nutrientes en el suelo, activando la irrigación y aplicaciones de fertilizantes. El segmento de robótica agrícola crece de forma rápida, mientras que las plataformas virtuales recopilan datos de las plantaciones. Los datos almacenados y procesados en nube cruzan información de productividad, consumo de insumos, histórico de temperatura y niveles de lluvia para efectuar recomendaciones al agricultor en tiempo real.
Todo este contexto de equipos interconectados y coexistentes necesita un buen funcionamiento individual. Cada pieza de este sistema complejo debe presentar capacidad de ejecución plena y precisa. En este aspecto, la tecnología es obligatoria en el diseño y desarrollo de componentes. Con el auxilio de herramientas de simulación computacional, es posible calcular estructuras para atender la demanda de trabajo ininterrumpida, proyectar el flujo de partículas para una siembra precisa, reconocer el perfil aerodinámico para una perfecta estabilización de drones y evaluar la recepción de la señal GPS en sistemas de control.
Entramos en una era en que las herramientas tecnológicas dejan de ser meramente un instrumento de bienestar para la sociedad y pasan a representar un fundamento para el crecimiento poblacional proyectado en las próximas décadas. La compra de una hortaliza plantada en el subterráneo, sembrada, regada y cosechada por robots, con absorción de clorofila a través de LEDs activados en frecuencias exclusivas para fotosíntesis no será sorprendente en los próximos años.
De hecho, el proverbio de Brenda Schoepp deberá ser rescatado. Cada día, por tres veces, usted necesitará un agricultor y un ingeniero.